That promise of endless love.

Satisfacer las necesidades de los demás pero nunca las mías es lo que mejor se hacer. Un infinito deseo de socorrer a todos, de ayudarles, de hacerles sentir mejor en este mundo pero nunca tratar de hacerme eso, es una de mis mejores cualidades. El constante devenir de la vida me ha enseñado a que nada es igual, que todo fluctúa, que todo cambia. El tiempo pasó, y yo pasé con el.

Las ganas imperantes que tenía en ese momento de hacer lo que siempre me había prometido no-hacer y la lóbrega vida en la que estoy sumergido desde hace varios meses, me llevaron a hacer lo que hice. Lo socialmente negado, lo moralmente impensado, en ocasiones, son la mejor salida para la rutina monótona y clásica de las acciones repetitivas que hago: estudiar, comer, entrenar, correr, jugar... y así todo de nuevo todos los días... todo lo mismo.

Pero por más que realice tales actividades que se repiten una y otra y otra vez, hay una que, si bien se repite, me atormenta más que todas las demás y que me han llevado a un vacío sustancialmente profundo: el recuerdo de esa mujer. A nadie se le obliga a estar con la persona que no se quiere, o al menos no en ésta sociedad occidental "civilizada", es por eso que la dejé ir bien lejos de mi. Al principio pensaba que sería todo lo mejor, que ambos estaríamos mejor distanciados el uno del otro pero que nos seguiríamos pensando y queriendo. Pues bueno al principio fue así, todo era como en los ideales de todo amor jóven: sentimiento, cariño, "fidelidad" y una promesa de amor eterno que todos saben jamás será de esa manera. Si todo se acaba, ¿por qué no seríamos nosotros la excepción? Nada nos hacía diferentes, nada nos daba ese título de excepción a la regla general, sabía donde íbamos a acabar. A pesar de eso y con el masoquismo que es innato en mi, seguimos con la nueva rutina que sería monotonía muy pronto, más rápido de lo que se espera.

No es que no la quiera, no es que no la extrañe, no. Es todo lo contrario, la quiero a morir y la extraño más que a cualquier cosa. ¿Ella me extrañará? No lo creo, todo para ella ha sido mejor desde que caí en esa insoportable levedad del ser como la de Milan Kundera. Las mundanidades -en tanto triviales- y en el hedonismo me llevaron a unas sendas desconocidas que ella siempre me había salvado de caer. No la he dejado de querer. Caí en lo más bajo, caí en cosas que nunca pensé.

A veces me entra la duda: ¿Qué pensará ella de mi? ¿Qué opinará de lo que me convertí? Es ese recuerdo de ella, de lo que fue pero de lo que nunca más será lo que me hace, de nuevo, entrar en la parte más sombría del ser. Pensamientos torcidos y atroces, sumados a una cantidad incalculable de filosofía existencialista mal digerida, son los que me cruzan la mente la mayor parte del día. No es culpa de ella, nadie es culpable en esto, solo yo. No la he dejado de querer. 

Ella siguió con su vida, la misma que yo le había profetizado cuando estaba a mi lado, le predije su destino de tal manera que, cuando pasó así, yo mismo quedé perplejo (aunque no era muy difícil de advinar qué iba a suceder). La inestabilidad amorosa y cóctel de sentimientos atorados fueron la causa de que no pudiése seguir avanzando, o al menos de la manera que ella lo hizo. No la he dejado de querer. Encontró el amor en una sociedad bastante hueca, pero gracias a ese hallazgo, se convirtió en una mejor persona, más de que lo pudo haber hecho cuando estaba conmigo. Gracias al futuro le doy por haberle puesto a esa persona en el camino pues le dio todo aquello que yo me negaba a darle.

Pero después de tantas cosas, de tantos sucesos, me decidí a dejarla de querer. De olvidarme de ella, de dejarla en el pasado -donde estaba yo hace mucho-. Pues bien, eso hice. Encontré la manera de superarla y, aunque no es la mejor solución, es bastante efectiva. Todo eso que ella me restringió, lo uso como mecanismo para relegarla en el lugar donde debió haber estado hace mucho tiempo. Ya no la quiero. La dejé donde debe estar en este momento. 

A pesar de que no salgo de ese mundo en el que estoy, también la dejé de querer, de pensar y sobretodo de extrañar. That promise of endless love, is over, también como ya dejaste de ser vos en mi vida. Todo, eventualmente dejará de estar tan mal, poco a poco he ido saliendo del ostracismo en el que estaba sumido, en ese ostracismo interno que no me dejaba salir adelante, que me tenía rezagado. Todo cambia, así sea que cambie unos instantes y que sea de nuevo una monotonía, pero que cambie. Todo cambió, así como la cambié yo a ella. No olvidaré esa tarde que, con unos amigos, hice lo que debía hacer para darme cuenta de quién era yo y dónde debo estar en el mundo y ante todo, no olvidaré esa tarde porque me di cuenta de donde estás en este momento: en el exilio del olvido.

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